Sobre "La Soledad de América Latina"

Cada vez que releo el discurso de Gabriel García Marquez en Estocolmo, con motivo de la entrega de su premio nobel de literatura, no puedo evitar estremecerme. Es emocionante recordar que en esa oportunidad de dirigirse a las más importantes personalidades del viejo continente, Gabo hace gala de su envolvente capacidad literaria para hacer un llamado al entendimiento de nuestra compleja realidad, malinterpretada por caer en el error de verla bajo los lentes de las realidades europea y norteamericana. Parece sugerir que lo que él ha hecho, más que inventar un género literario colmado de elementos fantásticos, es recrear historias sobre un continente realmente fantástico, una “patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda”.

En palabras de García Marquez, “Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad”.

Pareciera sugerir también, y eso es lo que más llama mi atención, que al contar la historia de la familia Buendía, que tanto ha sido leída en todo el mundo y de la cual han surgido tantas interpretaciones, lo que realmente estaba haciendo era contar la historia de América Latina, idea que puede quedar reforzada en el lector simplemente con recordar la evolución histórica que tiene Macondo, la aparición de las pugnas partidistas, de la explotación norteamericana, de las masacres impunes, de los líderes soñadores y los militares frustrados. Si esto es cierto, y los Buendía reflejan al pueblo latinoamericano, somos entonces, a los ojos de Gabo, una estirpe condenada a cien años de soledad. Pues lo emocionante del discurso en Estocolmo es que al contrario de lo que ocurriría con los Buendía, se augura para nosotros un futuro de esperanza:

García Marquez afirma: “frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina.En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.”


Ante la amenaza inminente de la destrucción, Gabo nos invita a trabajar por una utopía, “una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.
Los invito a leer este discurso, cuya ubicación aparece a continuación, creo que quien lo haga entenderá un poco mejor quienes somos y vislumbrará, aunque sea por un segundo, en lo que podemos convertirnos si nos dejamos llevar por nuestros anhelos.

3 comentarios:

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  3. Gracias por explicar el discurso. Yo no conozco mucho de los escritores latinos pero Garcia Marquez suena como una gran senor. que orgullo tan grande fue el.

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