Es increíble que a estas alturas del partido el Ministro del Interior y Justicia Fabio Valencia Cossio salga con una perla como esta.
Hoy en día es difícil que alguien discuta las ventajas que puede tener un Régimen Parlamentario sobre un Régimen Presidencialista, pero debe quedar claro que el desarrollo de estos dos tipos de régimen – y de sus formas mixtas semipresidencialismo y semiparlamentarismo- en cualquier caso que se mire, siempre ha correspondido a largos procesos históricos y ha sido coherente con las condiciones económicas, sociales y culturales de cada país.
Un régimen político, en términos institucionales, es un compuesto de las reglas formales de administración del poder público –el marco Constitucional y Jurídico-, y las reglas informales (prácticas, costumbres, cultura política) que han dado forma a ese marco normativo.
Por eso señor Ministro, no podemos cambiar el régimen político de la noche a la mañana. El Sistema Parlamentario por excelencia, el del Reino Unido, requirió más de 300 años para su consolidación, y aún hoy no funciona bajo un esquema Republicano -por el que optó Colombia hace ya 200 años- sino bajo una Monarquía. Allí la Reina ejerce el rol de Jefe de Estado, por encima de los poderes legislativo y ejecutivo, y el gobierno –concretamente el cargo de Primer Ministro- es asumido por el jefe del partido mayoritario en el Congreso tras las elecciones parlamentarias.
Aunque existen otros casos exitosos de regímenes parlamentarios bajo modelos republicanos, como el Alemán, la consolidación de un régimen de este tipo siempre requerirá un importante proceso de formación y consolidación.
El debate sobre parlamentarismo en Colombia ha sido muy prolífico desde el punto de vista académico y político, y una de las conclusiones de este análisis comparativo, es lo nocivo que está resultando para el caso Colombiano, la excesiva concentración del poder político en el ejecutivo, que se agudiza aún más cuando la alternancia en el poder del presidente se convierte en algo incierto. Sobre este punto en particular señor Ministro, es que debería concentrarse el país por lo menos en el mediano plazo.
Sin embargo, y asumiendo que la idea no es una cortina de humo para desviar la atención del problema de la emergencia social, y que fuera posible crear un régimen parlamentario de la noche a la mañana, se me ocurren dos posibilidades que podrían despejar el panorama de Uribe:
La primera sería que asumiera la jefatura de su partido en el Congreso, al fin y al cabo ese partido, desde el nombre, ha sido hecho a su medida. Tendríamos entonces a un senador vitalicio, que asumiría la función de Primer Ministro.
La otra opción sería que se marginara del gobierno y de una vez asumiera la función de Jefe de Estado, tal vez la mejor para su gusto, bajo una monarquía constitucional. En ese caso estaríamos ya cerca del reinado de Álvaro I, y del gobierno del Primer Ministro Santos, y tal vez en unos años tengamos que presenciar un relevo en el trono. ¡Señor Tomas I, por lo menos prepárese para esa responsabilidad!
Lo curioso del asunto, si aún algo nos sorprende del fenómeno político colombiano,Iván, no es sencillamente que estos personajes salgan con disparates como éste. Lo paradójico es que utilicen los medios como propagadores de sus intentos fallidos de desviar la atención a sueños utópicos de una democracia naciente (Ud entenderá
ResponderEliminar,Demagogia total).
¡¡¡Qué buen artículo, me gusta!!!
¡Excelente artículo! Evidentemente es una desesperada cortina de humo del señor Ministro. Desafortunadamente nuestro Congreso- que más bien parece un circo- no puede aspirar a comparase o soñar convertirse en Parlamento.Recordemos que la CULTURA POLÍTICA EN COLOMBIA no es precisamente la ideal y en lugar de perder tiempo en utopías políticas sería importante reconsiderar EL ACTUAR de nuestro Congreso.
ResponderEliminar¡¡¡ESCRIBES MUY BIEN!!!
Gracias!